Castigos 2.0
Cuando el fin de semana leí este artículo en el
diario, me sentí que había quedado en medio de una
problemática y con la sensación de que alguien me tiraba hacia uno u otro lado como
con una soga elástica, y yo tratando de
encontrar el equilibrio, o mejor dicho la solución.
Debo reconocer que quien me tironeaba por un lado era “yo mamá” y por el otro, “yo docente”.
Como madre, me sentí identificada con la
descripción que se hace en la nota en cuanto a que para castigar a nuestros
hijos recurrimos a las penitencias tecnológicas. Más allá de que el argumento
viraba más en el sentido de que es difícil hacer cumplir los castigos a los
hijos, yo me encontraba de repente en la doble función, por un lado como madre
y por otro como docente.
En el primer caso, es cierto que trato de evitar
que mis hijos utilicen el celular o pasen mucho tiempo en el chat, pero este
último tiempo, en muchas ocasiones les resultaba necesario para comunicarse con
sus compañeros y resolver algún trabajo grupal o bien para la búsqueda de un
tema determinado, simplemente para acordar cuando reunirse a estudiar.
En el segundo caso, cada vez más me voy haciendo
eco de lo cotidiano que es para los niños y adolescentes la utilización de
medios tecnológicos, ya sea para comunicarse a través de las redes sociales, o
buscar información en la web.
La realidad es que en estos tiempos paradigmáticos
para la educación, donde los avances
tecnológicos se suceden mucho más rápido que los cambios educativos y las
capacitaciones docentes para aprovechar
al máximo estos nuevos recursos, en algunos colegios no solo se acepta, sino
que se promueve el uso de las NTIC´s, mientras que en otros se niega esa
posibilidad.
Así es que
en la medida de lo posible, en mis clases, trato de sacar provecho de ellas transformarlas
en mis aliadas, más que prohibirlas.
Uno de los ejemplos es la utilización del celular.
En mis clases de arte tienen la posibilidad por ejemplo, de escuchar música que
llevan especialmente grabada para relajarse y motivarse mientras están en algún
proceso creativo. En otras ocasiones tienen que sacar fotos de algunas imágenes
determinadas que les propongo como consignas para un futuro trabajo, donde las
compartimos en clase para luego subirlas a alguna plataforma virtual, a la vez
que investigan sobre ciertos contenidos didácticos o buscan alguna palabra
desconocida en internet.
De repente, termino el día de trabajo, llego a mi
casa, mi hija me pregunta si al día siguiente puede llevar el celu al colegio…
y yo me pregunto: de qué lado estoy?
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